GOLPES, ABUSO SEXUAL Y HAMBRE EN “CIUDAD DE LOS NIÑOS”, ALBERGUE DIRIGIDO POR SACERDOTE

  • Padres fueron obligados a firmar documento para ceder “la custodia y patria potestad para siempre jamás a favor del presbítero encargado del lugar”.

León, Guanajuato, 14 de julio de 2017.- Una denuncia anónima y la resolución de un amparo han puesto en evidencia graves violaciones a los derechos de niños, niñas y adolescentes albergados en la Ciudad de los Niños en Salamanca, dirigida por el sacerdote Pedro Gutiérrez Farías, las cuales han ocurrido con complicidades de autoridades e instancias oficiales como los sistemas DIF estatal y municipal y el Registro Civil. El lugar de acogida ha recibido amplio respaldo de funcionarios y políticos en el estado y nivel federal.

La resolución del juicio de amparo indirecto con número 475/2016-VIII emitida por la juez Karla María Macías Lovera, del juzgado Noveno de Distrito en Irapuato, puso al descubierto la situación que podrían vivir más de cien niños y niñas albergados en las cincos sedes de la Ciudad de los Niños en Salamanca. Según testimonios de los niños y funcionarios que obran en el expediente, es evidente que los menores acogidos han sufrido violencia física, sexual y psicológica que pone en riesgo su integridad, por lo que la juez federal pide que sean reubicados los internos de dicha asociación.

La juzgadora establece que han existido omisiones de las autoridades que han propiciado los posibles abusos. También, en su resolución, pide indagar al Ministerio Público si los apoyos recibidos por la organización a lo largo de los años, tantos de gobiernos como de particulares, han sido utilizados en la mejora de los centros o si hay desvío de fondos.

Denuncia anónima

El once de marzo de 2016 se dio inicio a la carpeta de investigación a raíz de una denuncia anónima presentada por golpes y abusos sexuales hacia los menores que viven en la casa hogar Ciudad de los Niños, Asociación Civil y desvío de fondo por parte de los encargados.

Sin embargo fue hasta que el DIF realizó una visita al centro y tuvo conocimiento de que una monja quemó en una estufa las manos de una niña de siete años por haber robado una plastilina, que se aperturó la carpeta de investigación 13682/2016. El sacerdote responsable de los albergues, Pedro Gutiérrez Farías, promovió un amparo en representación de la niña ante la Unidad Especializada en Combate a la Trata de Personas y Corrupción de Menores, el 15 de julio de 2016, para evitar que saliera de la Ciudad de los niños, lugar en el que tenía dos años viviendo.

La juez federal sentenció la improcedencia de la medida, pero además hizo una serie de observaciones que además de proteger a la menor, pide que se atiendan a los otros cien chicos, pues “no es benéfico para los menores permanecer viviendo en los centros de asistencia social a cargo de la asociación civil Ciudad de los Niños Salamanca”. También hizo serios señalamientos a autoridades como el DIF por sus omisiones.

La sentencia fue recurrida y será un Tribunal Colegiado quien la confirme u ordene reponer el procedimiento. Anteriormente ya se habían presentado denuncias, sin que hubiera ninguna personas sancionada ni cambiaran las condiciones de los menores ahí internados.

La niña se encuentra en una casa hogar distinta, bajo la custodia y cuidado a cargo de la Procuraduría de Protección a las Niñas, Niños y Adolescentes.

Golpes, abuso sexual y hambre

Según testimonios que se encuentran en el expediente, varios niños y niñas que presentaban huellas de maltrato, dijeron que los golpeaban con un palo y que la monja les había dicho que no lo dijeran porque les iban a cerrar la casa y no iban a tener a dónde ir, pues algunos niños fueron abandonados, otros son menores de edad a los que sus familiares los han internado por falta de recursos.

El expediente cuenta con el relato de un joven que llegó a Ciudad de los niños cuando era un bebé y posteriormente lo mandaron a Ciudad Juvenil, “desde que tengo uso de razón sufrí de golpes con palos, nos hincaban sobre un palo y nos golpeaban, a mí en varias ocasiones Martín me golpeó tanto que tengo varias cicatrices en el cuerpo a causa de sus golpizas y no sólo a mí sino a mujeres y niños también. Recuerdo que en una ocasión hasta a un compañero le quemaron las plantas de los pies; nos encerraban por días en un cuartito de un metro de alto que se encuentra en los dormitorios de hombres, y había veces que metían a varios jóvenes ahí, algunos duraban una semana y sin comer”.

El joven señala que el padre tenía conocimiento de esto, ya que él también llegó a golpearlos, “también sé que abusaba de las niñas, porque se metía a sus dormitorios y se escuchaba llorar a las niñas y ellas después salían corriendo y no querían decir nada. Un día Martín me comenzó a golpear con un palo en la cabeza tan fuerte que comencé a sangrar por lo que salí corriendo, me lanzó una piedra a la cabeza y me caí, después me levantó a puros golpes y yo sangraba aún más de mi herida en la cabeza, me subieron a un carro Martín y otro señor del cual no recuerdo bien su nombre y me llevaron rumbo a Morelia y ahí me dejaron solo”. Los jóvenes declararon que Martín Bermúdez era el encargado del mariachi, coro y banda y quien los reprendía, los chicos lo llaman “El Castigador”.

Otro chico que salió de la asociación dijo un día iba caminando con un amigo por la calle cuando pasó Martín en el carro, se bajó y comenzó a agredir a su amigo, sacó un arma y realizó varios disparos, el amigo se fue a la ciudad de México porque Martín lo amenazó.

Pero no son los únicos testimonios, en el oficio 225/UNIME/2016, agentes de Policía Ministerial de la Unidad de Investigación Ministerial Especializada, informan que maestros de la escuela Caudillos de la Revolución declararon que “en los albergues Ciudad de los Niños, Ciudad Juvenil y Ciudad Infantil, han sido violentados los jóvenes que ahí habitan, lo cual les consta en virtud de que son vecinos del lugar y escuchan llantos y gritos de los menores”.

Una vecina de Ciudad Juvenil declaró ante instancias policiales que “en una ocasión, recuerdo que eran los meses de frío, encontré tirado en los barbechos a un niño golpeado al que llevé a mi casa y ahí estuvo por mucho tiempo, ese niño nos platicó de todos los golpes y maltratos físicos a los que los somete tanto el Padre Pedro como el encargado, Martín Bermúdez Armenta, y a uno le dicen Beto”. La mujer relata que en su casa ha dado albergue a alrededor de 7 a 8 muchachos los cuales salen por malos tratos y golpes muy fuertes, “y yo en diversas ocasiones le he reclamado al Padre y a Martín que porqué golpean y maltratan a los niños y me dicen que no me meta en lo que no me importa”.

El joven rescatado quien también testifica, dice que él llegó a los 5 años, “siempre que me castigaban en viernes y los castigos variaban dependiendo de la falta cometida, en la oficina del Padre atrás de una virgencita tiene una tabla y con ese el Padre Pedro me llegó a golpear en mis piernas y brazos, el encargado, Martín Bermúdez Armenta, en ocasiones a mí y a otros niños nos metían a un cuartito pequeño, en esos lugares nos encerraban sin comer y hubo quienes se quedaron más de una semana. En una ocasión Martín me corrió del orfanato golpeándome y me amenazaba con una pistola. Un día cuando yo tenía 15 años Martín comenzó a golpearme mucho porque me salí a una fiesta y no le llevé comida por lo que fue tanto lo que me golpeó, que me dejó tirado en un arroyo en el cerro y fue cuando una señora de la comunidad me recogió y curó mis lesiones”.

Algunos menores dicen que Martín les pide que se duerman sin ropa, otros aseguran haberlo visto muy tomado, otro más señala que al interior de las casas los internos fuman tabaco o marihuana o toman cerveza.

Una chica de diez años declaró que el padre, “mi papi, me hace cosquillas en las rodillas me las aprieta, o me da una nalgada, no me gusta que me dé nalgadas porque a veces sí me las da fuerte, aunque ya me acostumbré, pero no le he dicho que no me gusta, el padre a todos nos da nalgadas, también a las grandes.”

Otra jovencita de 13 años cuenta que un día jugó al papá y a la mamá, “yo era la mamá y un amigo, era el papá”. Y explica que se juega moviendo su pelvis hacia adelante y hacia atrás, dice que las madres no saben que juegan papá y a la mamá, “pero el papi Pedro sí sabe, porque él también juega, y a mí no me gusta jugar a eso”.

Un joven de 17 años cuenta que él rechazó al inicio los tocamientos del padre Pedro, el sacerdote le dijo “aquí se va hacer lo que yo quiera”, inmediatamente comenzó a ser golpeado por Martín, por varios días. Nunca volvió a rechazar al clérigo. Hay otros testimonios que aseguran que al menos ocho niñas resultaron embarazadas y “desaparecían”, sin que se conociera su destino.

Los mayores aseguran haber visto comida en la alacena, mientras que ellos sólo comían frijoles viejos; los integrantes de las agrupaciones musicales dicen que todas las presentaciones las cobran, pero ellos no ven ningún beneficio.

No nos tratan mal, sólo nos pegan

Algunos de los internos tienen tan normalizada la violencia que aseguran que no se dan los malos tratos, “sólo que hay castigos como pegarles con un palo, dejarlos hincados por mucho tiempo cuando llegan tarde a misa y una ocasión escuché que a un compañero porque se quería escapar lo metieron a un cuarto oscuro que está en un dormitorio y lo dejaron sin comer, pero yo no vi nada, sólo escuché.”

Un niño de seis años dice que disfruta estar en el albergue, “aquí sí nos gritan, pero solo cuando nos portamos mal, no nos pegan, tampoco nadie platica con nosotros de cómo nos sentimos, si tristes o contentos, nadie nos abraza, ni nada así bonito, solo entre nuestros amiguillos, pero tengo pocos y sí me gusta estar aquí, además pues ni tengo a donde más me pueda ir, así que me gusta, porque podemos jugar.”

Por su parte, un adolescente de 13 años más sincero, dice a los funcionarios: “la verdad la casa, aquí siempre está bien sucia, solo nos pusieron a limpiar todo porque ustedes iban a venir y para que vieran bien, porque sí limpiábamos, cuando supo la madre que ustedes iban a venir, desde el viernes nos avisaron, nos empezaron a dormir en el cuarto de juegos para que no ensuciáramos las camas y ustedes vieran todo limpio y en orden. Hay familiares que nos dejan algo de dinero, pero la madre Hortensia luego luego nos las quita, ella es bien abusiva. A mí sí me gusta estar aquí porque pues es lo que tengo, porque la Madre Hortensia nos dijo que no dijéramos lo que aquí pasa en verdad, porque ustedes iban a cerrar la casa, y que luego pensáramos en que a dónde nos iban a mandar”.

Padres obligados a ceder derechos sobre sus hijos

Los padres son obligados a firmar un documento donde la persona donde cede “la custodia y patria potestad para siempre jamás a favor del presbítero encargado del lugar” y el sacerdote “expresa su deseo de apoyar, respetar y aceptar la custodia y patria potestad para siempre jamás del menor”.

En la sentencia se pueden leer varios testimonios, como el correspondiente los expedientes 146/08-S y 114/09-B de la Procuraduría de los Derechos Humanos del Estado de Guanajuato, se refiere a una queja en contra de personal del DIF en Salamanca. En 2008 una mujer acudió a pedir apoyo porque no le permitían ver a su hijo, sin embargo, le indicaron que Pedro Gutiérrez Farías, “estaba muy fuerte y que si ella iba en contra de él iban a bloquear cualquier trámite y afectar incluso sus oficinas”.

La denunciante narró que no tenía tiempo para cuidar a su hijo, así que su compadre le recomendó que lo internara en Ciudad de los Niños; a donde llevó a su niño a finales de diciembre de 2006, un año después regresó a buscarlo, pero el personal de la casa hogar se negó a dejarlos a solas y después de esa visita le impidieron verlo nuevamente. Regresó el cuatro de febrero de 2008 a recoger a su hijo pero el personal de la institución le negó su entrega, pues le informaron que como madre había perdido sus derechos sobre el menor al haber firmado un convenio, en el que renunció a su patria potestad y custodia.

En el DIF le dijeron que tenían conocimiento de la manera de operar de la casa hogar y que el convenio que firmó al dejar a su hijo tenía pleno valor jurídico y que ya no podía hacer nada al respecto para recuperar al pequeño. Una persona del área de servicio social del DIF solicitó a la casa hogar que no le me permitiera el acceso a sus instalaciones para ver a su hijo. En julio de 2008 el menor fue entregado, en el expediente no se explica cómo se dio el proceso.

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