CÓMO LOS JUDÍOS DE UCRANIA HAN SOBREVIVIDO A LA GUERRA

 CÓMO LOS JUDÍOS DE UCRANIA HAN SOBREVIVIDO A LA GUERRA

Algunas chispas de luz en medio de la oscuridad de la guerra.

Un escalofrío estremece a todos en la habitación de Viacheslav Gluzman, en el asilo judío de ancianos de Odessa, y esto poco tiene que ver con las heladas temperaturas del exterior. Otro residente de la casa acaba de fallecer. De sus 50 residentes, muchos de los cuales son sobrevivientes del Holocausto, 18 han fallecido desde que los tanques rusos cruzaron la frontera hace un año.

«Los ancianos mueren a causa del estrés. Ellos escuchan las sirenas. Ven las noticias. Así de simple», dijo Rav Abraham Wolf, el Gran Rabino de Odessa.

Crédito de la foto: Avishag Shaar-Yashuv (IFCJ)

Además del hogar de ancianos, Jabad también cuenta con un centro judío, una sinagoga, tres jardines de infantes, una escuela primaria y una secundaria, una universidad judía y un orfanato. Este último acaba de regresar a Ucrania después de haber sido desplazado a Berlín el último año debido a la guerra.

En el centro judío, decenas de sobrevivientes del Holocausto hacen fila para recibir una caja de comida. Unas 7.000 cajas son distribuidas sólo en Odessa en conjunto con el Comité de distribución del Joint y con fondos de una organización internacional de cristianos y judíos. Esta asociación recaudó 30 millones de dólares para la abatida comunidad judía de Ucrania a comienzos de la guerra y esta semana se comprometió a recaudar otros 4 millones.

Crédito de la foto: Avishag Shaar-Yashuv (IFCJ)

De acuerdo con Rav Wolff, la mayor parte de la comunidad judía de Odessa, 30.000 de 50.000 personas, huyó de la ciudad al comenzar la guerra. Sin embargo, el número de personas que reciben ayuda se ha incrementado de a miles. Algunas son personas desplazadas internamente, mientras que otros son habitantes locales que en el pasado nunca precisaron ayuda. «Hemos visto a familias adineradas pasar de ser grandes donantes a recibir donativos», dijo Wolff. «Pasamos de proveer estudio y clases de Torá a dar productos básicos para la supervivencia».

La escuela de Jabad también vio declinar drásticamente la cantidad de alumnos cuando la gente huyó de la ciudad y luego volvió a incrementar la cantidad de alumnos. La razón de esto, de acuerdo con Jaia, la esposa de Wolff, es que se unieron a la comunidad los hijos de los refugiados de Mykolaiv y de la ciudad de Kherson, que fue devastada por los misiles. Nuevas familias de Odessa también decidieron comenzar a enviar allí a sus hijos porque sus propias escuelas sólo funcionaban de forma remota y los padres tenían que volver a trabajar, o porque simplemente buscaban tener una sensación de comunidad, dijo Jaia Wolff.

Crédito de la foto: Avishag Shaar-Yashuv (IFCJ)

La escuela fue la primera en abrir en Odessa el 1 de septiembre del 2022. De 150 escuelas, sólo un tercio de ellas cuentan con refugios anti bombas y tienen permitido operar, mientras que el resto se han visto obligadas a entrar en su tercer año de estudio a distancia, introducido en un primer momento a causa de la pandemia y luego por la guerra.

En contraste con Israel, donde las sirenas de ataque aéreo permiten sólo entre 15 segundos y dos minutos para correr a buscar refugio, en Odessa la gente tiene entre 15 y 45 minutos para buscar refugio desde que suenan las sirenas, dependiendo de si el proyectil es lanzado desde un vehículo aéreo no tripulado o un dron. También lleva mucho más tiempo hasta que se puede salir del refugio. Algunos días, los escolares pasan todo el día y parte de la noche en el refugio escolar, que está amueblado como un aula.

De acuerdo con Wolff, en el último año cada vez más judíos comenzaron a afiliarse con la comunidad, la mayoría de ellos completos extraños. «Les preguntamos dónde estuvieron todos estos años. Muchos de ellos tenían la impresión errónea de que el trabajo de Jabad se limitaba a actos de caridad para los sectores más pobres de la sociedad. Ahora que han recibido el abrazo de la comunidad, esperamos que sigan formando parte de la misma después de la guerra».

Crédito de la foto: Avishag Shaar-Yashuv (IFCJ)

Un fenómeno similar ocurrió en Mykolaiv, a dos horas en auto de Odessa. La comunidad  disminuyó a 4.000 personas después de que su rabino, Shalom Gottlib, ayudara a escapar a más de 1.500 judíos. Pero al igual que en Odessa, otros judíos emergieron de la nada. «Desde el comienzo de la guerra se han unido a la comunidad unas 150 familias nuevas. El Shabat pasado, muchos llegaron a la sinagoga por primera vez en sus vidas», dijo Gottlib. «Aunque son muy pobres, a menudo elevar su moral es más necesario que la ayuda práctica. La comunidad se ha convertido en el punto central de vida para ellos, es una conexión muy profunda».

De todos modos, la ayuda práctica sigue llegando, desde botellas de agua a alimentos, mantas, guantes y juguetes, donados por la asociación. Gottlib dedicó más de diez minutos para ayudar a una mujer a elegir un nuevo abrigo que había sido donado.

Crédito de la foto: Avishag Shaar-Yashuv (IFCJ)

Durante ocho meses, hasta que los ucranianos liberaran Kherson hacia el norte, Mykolaiv sufrió bombardeos diarios. Su infraestructura fue demolida, el agua es imbebible, e incluso si se la usa para bañarse irrita la piel. Cuando le preguntamos cómo es posible vivir en tales circunstancias, Elena Viktorovna sonríe amargamente. «No lo sé. Nunca le desearé esto a nadie. Da mucho miedo. En un momento ya no sabes cómo reaccionar y eso es aún más aterrador».

Como tantos otros, Viktorovna se apegó a la comunidad como su ancla. Su judaísmo adoptó una expresión renovada desde el comienzo de la guerra. «Ahora incluso tengo un nombre judío. Soy Liora», declara con visible orgullo.

Jabad y la asociación no se limitan a ayudar a aquellos que están dentro de los límites de la ciudad. Irina Zurkan y su esposo, Leonid, viven en Petrovoselonikha, un desolado pueblo 40 minutos al occidente de Mykolaiv. Desde que comenzó la guerra, el transporte público dejó de funcionar, dejando a los Zurkan atrapados en su pueblo. Jabad le lleva a los Zurkan paquetes de ayuda, los cuales Irina declara que los pone en una posición mucho mejor que la de sus destituidos vecinos, que sólo reciben del gobierno una hogaza de pan por semana.

De regreso en Odessa, una comida de borscht, vareniki (un alimento ucraniano similar a los ravioles) y meorav ierushalmi (una mezcla asada típica de Israel) es servida en el último restaurante kósher que queda en la ciudad, Rozmaryn. Al comienzo de la invasión, ellos enviaron a seis de sus ocho hijos a Berlín, pero desde entonces todos han regresado, incluyendo a Mendy, quien vivió casi un año con los niños del orfanato judío de Odessa en un hotel en Berlín.

Crédito de la foto: Avishag Shaar-Yashuv (IFCJ)

Al recordar los primeros días de la guerra, Rav Woff dice que nunca se le ocurrió partir del lugar. «Mientras quede un solo judío en Odessa, nosotros no nos iremos de aquí».

Rav Avraham Wolff

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