COSMÉTICAS SOLUCIONES A LA INSEGURIDAD

*Cosméticas soluciones a la inseguridad
*Plantean aún los candidatos presidenciales
*Sin dar cuenta de la real dimensión del crimen
*Que ya es un “estado dentro del Estado”

Luis Alberto Rodríguez

De las secuelas del debate presidencial del domingo, del segmento temático sobre seguridad, desde luego continuará impactando la omisión generalizada para todos los cinco candidatos en cuanto a dar a los mexicanos una panorámica medianamente certera de la verdadera naturaleza de las actividades delincuenciales en el país y especialmente de las de la llamada delincuencia organizada que tanto daño ha hecho al por lo menos en la última década al grado e haberse registrado el año próximo pasado la escalada más alta de los crímenes de mayor impacto contra nuestra sociedad.

Cuando alguna de las dos periodistas “moderadoras” del debate preguntara a la candidata independiente MARGARITA ZAVALA de si su intención de defender a los mexicanos de la delincuencia también incluía a los propios delincuentes que ostentan nuestra común nacionalidad, la increpada no dejó de mostrar su nerviosismo al aportar una respuesta más bien evasiva del tema, que ahora nos incita a ciertas reflexiones.

Si bien los delincuentes, mientras no pierdan sus derechos políticos y su libertad a consecuencia de alguna condena probatoria de su culpabilidad, ciertamente pueden seguir siendo considerados como mexicanos en base a su nacionalidad; más cuando jurídicamente les ha sido probado que sus acciones han constituido algún delito, es decir un acto en contra de la ley, por ello se convierten por sí mismos en contrarios, si nos es que enemigos, de nuestra misma sociedad que en su conjunto está integrada por mexicanos. Aunque sean mexicanos, se erigen por sus hechos en enemigos de la nación, de los mexicanos. Y así deben ser considerados. Opino.

Lo mismo sucede con la corrupción, que como otro de los temas del debate, también es un delito -en ambos sentidos- y que aunque fuera menor no deja de lastrar nuestra convivencial social  y que como tal también debe ser considerada contraria a los valores de nuestra nacionalidad y, dicho sea de paso, tampoco disminuiría con la amenaza esgrimida por el también candidato independiente JAIME RODRÍGUEZ “El Bronco”, de “cortarle las manos” a los corruptos, propuesta que irrumpió allí como mera ocurrencia fortuita que sigue despertando hilaridad.

Centrados más bien en contravenir la también insustancial  propuesta del candidato ANDRES MANUEL LÒPEZ OBRADOR de llegar a una supuesta amnistía-“que no significa impunidad”, off caurse–  o especie de negociación, con los personeros del crimen durante su pretendido mandato, el resto de los candidatos, aún con sus sugerencias de cambiar el modelo de seguridad que durante las dos últimas administraciones federales ha prevalecido y que calificaron como fallido, no acertaron tampoco a brindar un panorama certero de lo que ahora y en el futuro cercano representa y representará la  creciente presencia del crimen, organizado o no, en nuestro país.

Si de alguna manera se ha justificado la presencia de las fuerzas armadas en la lucha anticrimen durante ya más de una década, al grado de considerarse como guerra, ha sido justamente por alcanzar las dimensiones de una amenaza a la seguridad nacional, al constituirse en una especie de Estado dentro del Estado Mexicano frente al cual las policías civiles, especialmente las municipales, no sólo no están capacitadas para enfrentarlo como simple expresión de la inseguridad interna, sino incluso se sabe han sido infiltradas por el llamado narco y sus expresiones en otros delitos, como el secuestro y la extorción, que también deben ser combatidos.

Fue hasta este martes cuando el candidato RICARDO ANAYA acertó a emitir un comunicado en el que enumera siete acciones contra la violencia y la inseguridad, entre las que propone “desmantelar –no solamente descabezar- a las organizaciones criminales; seguido de duplicar el tamaño de la Policía Federal, así como profesionalizar y certificar a todas las corporaciones del país.

“Vamos a seguir apoyándonos en el Ejército y la Marina, hasta en tanto contemos con policías confiables, bien pagadas, profesionales y que realmente estén de lado de la gente”, dijo.

Al detallar la quinta acción, ANAYA propone crear la Secretaría de Seguridad Ciudadana, como una institución especializada y alejada de motivaciones políticas, que sean cabeza de sector, e impulsará, como séptima acción, una política de cooperación con el gobierno de Estados Unidos, para frenar la llegada de armas ilegales a México, 200 mil de ellas en promedio.

Son acciones que en efecto deben ser aplicadas pero que en verdad no representan, como ese candidato pretende, un verdadero cambio de estrategia en la materia, sino la continuidad de lo que ya se ha intentado durante estos años por los gobiernos en turno y que, como apenas la semana pasada el mismo Presidente ENRIQUE PEÑA NIETO reconoció que hasta el momento han sido insuficientes, si no fallidas.

Ciertamente no basta con “descabezar” a las organizaciones criminales y es necesario “desmantelarlas” pero para ello el Estado Mexicano debe enfrentarlas como lo que son: organizaciones fuertemente integradas ya a las comunidades y que cuentan con enormes recursos y armamento que en conjunto, insisto, representan ya esa especie de estado dentro del Estado y por lo tanto ser consideradas como una potencia invasora y amenaza de la seguridad nacional.

Por lo tanto, antes de pensar en “retirar a las fuerzas armadas de las calles” debería pensarse no sólo en una mayor “profesionalización” de las policías civiles, sino mejor en su mayor militarización, por lo menos temporal,  para que cumplan mejor sus responsabilidades en salvaguardad la seguridad interior y al depurarse con férreas disciplinas, permanentemente coadyuven con las fuerzas armadas -que también deben ser fortalecidas y ampliadas- que ciertamente deberán concentrarse en la lucha contra esa fuerza invasora que representa aún el crimen organizado y no cumplir también tareas de mera seguridad interior. La ley en la materia precisa los límites de su actuar, aunque sin duda deberá ser revisada.

Insisto: aún los candidatos presidenciales no aportan ni una visión clara ni soluciones profundas al ingente y complejo problema de la presencia en el país del crimen organizado que deriva en la creciente inseguridad y violencia que padecemos los mexicanos y no será con soluciones cosméticas o la creación de una Fiscalía “autónoma» y nuevas leyes como se solucione. Opino.

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