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DEBATE SIN AVANCE DEMOCRÁTICO

*Debate sin avance democrático
*Pulularon insultos y descalificaciones
*Frente a una histórica audiencia
*Que demanda respeto

Luis Alberto Rodríguez

Aunque creció la expectativa de la sociedad en torno al segundo debate de los candidatos a la Presidencia de la República -con la ausencia este domingo en Tijuana de la independiente MARGARITA ZAVALA, quien renunció a la nominación-, se considera que poco alterará ese ejercicio la precepción de las preferencias electorales que hasta entonces habían registrados las empresas encuestadoras.

Pero independientemente de las encuestas, que como todos sabemos poca certeza en realidad aportan en torno a los resultados finales de la elección, incluidas las esperadas encuestas de salida el mismo día, con las que todos los partidos y candidatos pretenderán abrogarse anticipadamente el triunfo en las urnas, a escasos 40 días de que efectúen los comicios, más allá de las diferencias y ataques personales que esgrimen los candidatos, poca información, por lo menos a escala masiva, ha recibido la ciudadanía en torno a sus diferentes proyectos de nación y hasta el momento, el “cambio” que ofrecen no va más allá que el aportado por sus respectivas imágenes.

Si bien el formato diseñado por INE para el segundo debate aparentemente posibilitaba la participación de un grupo de ciudadanos tijuanenses en la elaboración de preguntas a los candidatos, lo evidente fue que las preguntas fueron previamente concebidas e incluso algunos leyeron preguntas que los candidatos ya habían respondido previamente, por lo que el efecto de apertura casi se nulificó.

Los conductores del debate, sobre todo la conductora, asumieron un roll protagónico en exceso que incluso llegó a inhibir la participación de los candidatos en las respuestas. En fin.

Pero lo que mayormente debió impactar al auditorio del debate, que se asegura superó los dos millones de televidentes, escuchas o internautas, fueron las descalificaciones y hasta insultos que intercambiaron los cuatro candidatos restantes, más que los contenidos de sus propuestas o respuestas y ello no puede considerarse un signo alentador para predecir un cambio positivo en el sistema democrático mexicano como la ciudadanía también esperaría de este proceso.

Sin embargo, no puede desestimarse la enorme participación que registró la audiencia ciudadana a través de las redes sociales, sobre todo twiter, donde se registraron más de 2 millones de mensajes, tanto positivos como negativos, en torno al debate.

Quiere decir que especialmente en este proceso electoral, la ciudadanía expresada en las redes  como opinión pública, muestra un vivo interés por el desarrollo de la contienda y si ante ello ni la autoridad organizadora como lo es el INE, ni los mismos candidatos y los participantes y “moderadores”, asumen,  sobre todo ante el próximo y último debate público, una actitud más respetuosa ante la multitudinaria audiencia y, como ha sido demanda generalizada, se exponen en esos ejercicios ideas y propuestas que puedan ser asimiladas y valorizadas en el seno de la conciencia colectiva, difícilmente se podrá considerar un avance demo0crático.

Y ello se extiende al resto de las elecciones en juego en ésta considerada histórica contienda.

Más allá de los directamente involucrados, nadie podría expresar que hubo algún triunfador o perdedor entre los candidatos en el debate presidencial, pero si los esquemas negativos se repiten, sobre todo en el último de los ejercicios y ante la cercanía de la elección que representará la siguiente fecha del 12 de junio, en Mérida, Yucatán, la democracia mexicana seguramente registrará un definitivo perdedor: nuestro pueblo

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