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DISEÑO ESTÁ PRESENTE EN TODO LO QUE CONSUMIMOS

  • En el ámbito de la gastronomía, un platillo puede variar su precio dependiendo de su presentación y la experiencia que conlleva para el comensal.

 Toluca, México, 14 de julio de 2019.-  El diseño está presente en todo lo que consumimos, incluso la comida, por lo que un platillo puede variar su precio dependiendo de su presentación y la experiencia que conlleva para el comensal, afirmó Mariana Mendoza Acevedo, en la Universidad Autónoma del Estado de México.

Durante su participación en el Seminario Permanente de Etnografía, Etnoecología y Patrimonio Biocultural de la Facultad de Antropología de la UAEM, la investigadora y estudiante del Doctorado en Diseño de la UAEM expuso los resultados de su trabajo de investigación sobre el “Diseño estratégico y paisajes culturales gastronómicos”.

Compartió que la investigación que realizó en Oaxaca utilizó diversas herramientas propias de la etnografía como la observación y las entrevistas, que le permitieron comprender la transformación que tienen algunos platillos en diversos restaurantes para tener mayor éxito entre el consumidor.

La universitaria explicó que el diseño de platillos parte de un paisaje cultural que representa a la región donde se consume el producto y en algunas ocasiones se folcloriza para un mayor éxito.

“En México la gastronomía no es una sola, provienen de muchas culturas y en un estado podemos tener hasta 50 gastronomías diferentes e, incluso, con los mismos ingredientes, es presentada de diferente forma”.

Por ejemplo, abundó, la marca Esquite, dedicada a vender este tradicional platillo mexicano, incrementa el costo al consumidor, al ofrecerlo con una presentación diferente a la de los puestos itinerantes, “es decir, la cultura es aprovechada para gestionar y generar recursos, a partir de los estilos de consumo o estilos de vida”.

Situación similar ocurre en algunos restaurantes, al vender bebidas como el mezcal, que es servido con el alacrán y rodajas de naranja, es decir, se utilizan elementos del paisaje cultural para generar en el consumidor una experiencia diferente, que genere ganancia económica, pese a que el producto puede comprarse por un menor precio en la calle.

La investigadora aseveró que la gestión de una idea de la cotidianidad, de una noción cultural, de un proceso simbólico, se trasmuta, mediante el diseño, para un aprovechamiento económico y transformar ciertas cuestiones identitarias.

 

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