La variante delta del coronavirus echó por tierra los esfuerzos de las administraciones Trump y Biden, y ahora, la irrupción de la variante ómicron, mucho más contagiosa, alimenta la angustia en decenas de millones de hogares en vísperas de las fiestas navideñas.
La amenaza de un regreso a las restricciones se ha materializado en Nueva York, que ha vuelto a imponer el uso obligatorio de mascarillas en los espacios de interior públicos. En calle, división de opiniones:
– «Es una decisión de salud pública y como tal no solo me incumbe a mí, sino a otros ciudadanos de la ciudad y personas de todo el mundo que están de visita. ES un momento especialmente bueno para emitir el mandato, creo que es una excelente idea», opinaba un viandante.
– «Ómicron debería darnos más inmunidad contra el virus que la siguiente vacuna. No podemos seguir reforzandolas. No es saludable. Se han registrado un montón de efectos adversos de la vacunas y no se nos está aconsejando», replicaba otra neoyorquina.
La obligación de usar mascarilla en los espacios de interior públicos, que estará en vigor hasta el próximo 15 de enero, tiene como telón de fondo un inquietante aumento del número de casos de COVID y de las hospitalizaciones en todo el estado de Nueva York. Quienes violen este mandato se exponen a sanciones civiles y penales, incluida una multa de hasta 1 000 dólares.
AFP, EFE, AP