GISELLE: LA ESENCIA DEL BALLET FRANCÉS EN EL ROMANTICISMO

  • El estreno de «Giselle» fue el 28 de junio de 1841 en la Ópera de París

Giselle le debe su existencia al crítico de ballet Théophile Gautier, hecho inusual, pero es que Gautier era un hombre fuera de lo común. Ya había publicado libros de poemas y prosa antes de dedicarse a la crítica de danza y de teatro y fue su inspiración poética la responsable de la producción de este famoso ballet. Gautier contribuyó, quizás más que cualquier otro, al crecimiento y definición ideal del ballet romántico francés en la primera mitad del siglo XIX.

Embelesado por el arte y personalidad de la joven bailarina italiana Carlota Grisi, encontró una idea teatral adecuada para ella en una leyenda popular incluida por Heinrich Heine en su libro “De Alemania». Le escribió a su colega alemán expresándole que «releyendo su excelente libro encontré un pasaje fascinante donde habla acerca de duendes vestidos de blanco, hadas de pies de raso dorado, Wilis blancas como la nieve que bailan sin piedad; de esas delicadas apariciones que ha encontrado usted bajo la luz de la luna o sobre las orillas del río en la noche neblinosa, e involuntariamente me he preguntado: ¿No haría esta un bello ballet?» Heine había recogido una leyenda eslava sobre las Wilis, doncellas vestidas con traje de novia, flores en la cabeza, caras blancas como la nieve y muy bellas, que murieron antes del día de su boda y que no tendrían paz en sus tumbas pues no podrían satisfacer su pasión por danzar. Así, a la medianoche, surgían de sus sepulturas y envolvían a cualquier hombre que se les acercara y lo obligaban a bailar hasta morir. Curiosamente, la primera ópera del gran compositor italiano Giacomo Puccini (1858-1924), “Le Villi» (1883), producida en Milán al año siguiente, está inspirada en la misma leyenda. Gautier imaginó un ballet en dos actos, pidió ayuda experimentada al conocido libretista Jules Henri Vernoy, Marqués de Saint-Georges, que se interesó en el proyecto, siendo aceptado por Léan Pillet, director del Teatro de la Ópera de París.

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La música de Giselle le fue encargada a Adolphe Adam, quien se demoró una semana en escribir una partitura íntimamente ligada a la sustancia técnico-coreográfica y a la esencia expresiva del ballet. Este compositor fue el primero en introducir un «Leitmotiv» en el ballet, es decir, una melodía que caracteriza a un determinado personaje o situación y empleada sistemáticamente para este fin, lo que se aprecia en la protagonista, por ejemplo, en la escena de la locura al recordar episodios pasados y en varios pasajes del segundo acto. Además, en «Giselle» hay otra característica que la diferenció de las composiciones normales para el ballet de la época: su absoluta originalidad, pues no «tomó prestado» partes de otras partituras, como era la costumbre. Sin embargo, con el correr del tiempo, la música de Adam sufrió modificaciones, cortes y agregados.

Jean Coralli, coreógrafo principal de la Ópera de París, probablemente fue el autor de la coreografía en su conjunto; Jules Perrot, destacado bailarín, había creado las partes solistas de la protagonista, así como la escena en que Hilarión es atrapado por las Wilis. Los roles de Giselle, Myrtha y Bathilde fueron creados, respectivamente, por Carlota Grisi y Adèle Dumilatre y Mlle. Poster, llamadas por Gautier «las tres gracias de la ópera». Lucien Petipa, creador del rol de Albrecht, pertenecía a una familia de artistas. Su hermano Marius fue el gran artífice del Ballet Imperial Ruso en la segunda mitad del siglo XIX.  Se dice que «Giselle» representa para una bailarina lo que el rol de «Hamlet «para un actor teatral. Toda artista aspira a darle su propia interpretación: puede encarar el papel dentro de una amplia gama que va desde acentuar una tierna melancolía hasta un intenso apasionamiento. También en la escena de la locura se puede enfatizar tanto la actuación como el baile. Pero la característica es que Giselle es una joven campesina enamorada a quien le fascina bailar y que en el segundo acto la frialdad de una Wili no le impide ayudar a su amado a evitar un fatal destino. Este papel, por todo lo que significa y por las posibilidades que ofrece, tanto técnicas como histriónicas, ha sido interpretado, prácticamente, por todas las grandes bailarinas desde su creación.

Público y crítica coincidieron: el primero lo aclamó, y para los críticos constituyó el «mayor éxito obtenido por un ballet en la Ópera de París». «GiselIe» es el ballet con mayor continuidad histórica: ciento cincuenta años después de su debut, es parte del repertorio de casi todas las compañías del mundo.

Fuente: www.ciudaddeladanza.com

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