Inicio » OPINIÓN » COLUMNA ORDENADOR » INCERTIDUMBRE FRENTE A AMLO

INCERTIDUMBRE FRENTE A AMLO

*Crece la incertidumbre frente AMLO
*Ante indefiniciones de su proyecto
*Y descalificaciones a sus críticos
*Que prefiguran populismo autoritario

Luis Alberto Rodríguez

La creciente incertidumbre creada en el país y a escala internacional acerca de las características que adoptará el gobierno federal que encabezará en 25 días el aún presidente electo ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR llevan a los analistas a predecir que en México se instalará a partir de entonces  un régimen enmarcado en las categorías del llamado POPULISMO AUTORITARIO  que ha hecho estragos en otras naciones y que en Latinoamérica tiene como muestra al instaurado en Venezuela por HUGO CHÁVEZ y continuado con mayores contradicciones por NICOLÁS MADURO, invitado especial para la toma de protesta del que será el nuevo Presidente de los mexicanos a partir del 1 de diciembre.

Por lo visto la incertidumbre se extiende no solamente entre sectores posiblemente afectados por la irrupción de ese tipo de populismo en México, como ya se manifiestan diversas ramas de la actividad empresarial y algunos académicos, sino inclusive entre aquellas expresiones de la llamada izquierda que se han mostrado proclives a respaldar las iniciativas y propuestas del ahora presidente electo y desde luego entre gran parte de los más de treinta millones de electores votaron por su opción  a la Presidencia del país el 1 de julio reciente.

Ya estudiosos sociales como ENRIQUE KRAUZE, al preguntarse si ha habido en México gobiernos populistas, señalan que el populismo es una adulteración de la democracia: “Lo que el populista busca -al menos esa ha sido la experiencia latinoamericana- es establecer un vínculo directo con el pueblo, por encima, al margen o en contra de las instituciones, las libertades y las leyes. La iniciativa no parte del pueblo sino del líder carismático que define a «el pueblo» como una amalgama social opuesta al «no pueblo». El líder es el agente primordial del populismo. No hay populismo sin la figura del personaje providencial que supuestamente resolverá, de una buena vez y para siempre, los problemas del pueblo” (Krauze).

Sin embargo, en nuestro país, la adulteración de la democracia ocurrió en caminos distintos al populismo, abunda el analista: «Termina la era de los caudillos, comienza la de las instituciones», había proclamado Calles en 1928. Esas «instituciones» fueron una, el PRI: aunque mantuvo al país en un estado de adolescencia política y bastardeó la práctica de la democracia, impidió los liderazgos populistas. A partir de entonces, tuvimos episodios populistas pero no, propiamente, gobiernos populistas.

Cárdenas fue un presidente revolucionario que buscó cumplir al pie de la letra los artículos centrales de la Constitución de 1917. Eso lo convirtió en un presidente popular, no en un populista. Llegado su límite dejó el poder y, a diferencia de los populistas típicos, jamás utilizó la palabra como medio específico de dominación (le apodaban «La esfinge de Jiquilpan»).

Luis Echeverría, sin tener dotes mayores (o menores) para el discurso público, intentó concentrar personalmente el poder a la manera del populista, pero cuando quiso crear una base sindical propia por encima de las instituciones vigentes -es decir, del PRI- Fidel Velázquez lo rebasó temporalmente por la izquierda, amagó con la huelga nacional y lo puso en su lugar. López Portillo -él sí, campeón de oratoria- cautivaba a las masas, pero lo hacía más por vanagloria que por ambición. Aunque ambos dieron un uso populista a los recursos públicos y no dejaron de fustigar a enemigos reales o fingidos (al «no pueblo»), su poder era institucional, no personal, y cesaba a los seis años”.

Hace poco más de una década, liquidado el sistema que imperó por setenta años, apareció un líder social -ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR- que, desde el cargo de Jefe de Gobierno del Distrito Federal y más tarde en sus campañas presidenciales, siguió el libreto populista.

Con su reciente triunfo electoral, AMLO se proyecta como el primer presidente populista (y aún mesiánico) de la historia mexicana, lo que por sí mismo se anticipa como un cambio sin precedente que no se sabe aún si en ello consiste la llamada “Cuarta transformación” que proclama o corresponde fielmente a la expectativa de cambio democrático que la mayoría de electores manifestó con su triunfo en las urnas.

Lo que no se sabe aún es si el entrante gobierno que encabezará LÓPEZ OBRADOR se corresponderá con el discurso de odio y enfrentamiento que en contra de los que llamó durante muchos años la “Mafia del Poder” o las “minorías rapaces”, como denominaba a los empresarios, o adoptará actitudes un tanto conciliatorias como las recientes que en términos de “reconciliación nacional” y posiciones “amorosas” que dijo adoptar frente a alguna organización religiosa; pero entre esas irreconciliables polaridades, se ubica ahora la incertidumbre que permea y se extiende entre muy amplias capas sociales.

Otro aspecto que preocupa vívidamente es su manifiesta irritación frente a críticas a su proyecto y a medios que las vehiculan, a los que ha calificado con expresiones incluso peyorativas que prefiguran actitudes posiblemente persecutorias o hasta represivas, como las que se han registrado en los populismos autoritarios entronizados en otras latitudes del sub continente latinoamericano.

Ya casi por concluir el periodo de transición que lo llevará al poder presidencial, quizás haya tiempo aún para que el propio presidente electo y los principales personeros de su equipo clarifiquen, en lo posible, no solamente en qué consiste el proyecto de nación que han prefigurado en el documento presentado hace casi un año, el 20 de noviembre del año pasado y si ya para ahora se corresponde a esa llamada “Cuarta Transformación”, cuyos perfiles concretos aún no se proyectan en la conciencia colectiva de la mayoría real de los mexicanos.

Mucho haría el presidente electo y sus colaboradores al definir en este breve lapso las ideas y proyectos básicos del gobierno que encabezará en breve, so pena de que la incertidumbre que sus recientes expresiones y decisiones han generado se multiplique.

A menos que la incertidumbre sea un factor político consciente a introducir en variadas formas para instaurar el tipo de populismo autoritario que ya se teme inaugurará en este país. ¡qué incierto panorama ¡

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *