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OBLIGADO DEL MAZO MAZA A SER SOLIDARIO

*Obligado Del Mazo Maza a ser solidario
*Más allá de los estragos de los sismos
*Con la población ancestralmente empobrecida
*Que es la mayoría en el Estado de México

Luis Alberto Rodríguez

Difícil transición enfrenta sin duda el país y en especial el Estado de México tras los sismos que aún le afectan de manera sensible a su población y su economía, sobre todo a inicios apenas de la nueva administración mexiquense que encabeza el flamante gobernador ALFREDO DEL MAZO MAZA.

Difícil le será al nuevo gobernante de la entidad más poblada del país, establecer el tipo de desarrollo social y económico que había planteado de inicio en las cuatro vertientes que conformarán su plan de gobierno, si ya desde ahora las consecuencias de los sismos lastran visiblemente la suficiencia de recursos que requiere, como lo revela la petición urgente que hiciera al gobierno federal de declarar zona de desastre pronunciadas regiones de la geografía estatal conformada por los municipios más afectados por la desgracia.

Sin embargo y a pesar de ello – tratando desde luego de buscar algún ángulo positivo a las negativas circunstancias-, me parece que el Gobernador DEL MAZO tiene ahora la oportunidad de proyectar su gobierno y su actuación personal como armonizados con el sentimiento y actitudes de solidaridad que la población en general manifiesta con los afectados por los sismos, pero llevando esa actitud más allá de la necesaria reconstrucción de viviendas y atención a las víctimas, sino hasta las grandes masas empobrecidas y necesitadas que requerirán permanentemente de su atención.

Ya los indicadores recientes publicados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social del gobierno federal (CONEVAL) revelan hasta 2016 datos de una pronunciada desigualdad económica y social en el Estado de México, que arrojan una población cercana a los diez millones de mexiquenses (9 millones 874 mil punto dos) de los poco más de 17 millones, que viven con ingresos inferiores a la línea de bienestar y dos millones 899 mil es población con ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo.

De ellos 8 millones 230 mil se encuentran en situación de pobreza -siete millones 173 mil en situación de pobreza moderada y un millón 57 mil en situación de pobreza extrema-. De esa población en pobreza, 3 millones 665 mil pertenecen a la población vulnerable por carencias sociales; Un millón 644 mil es población vulnerable por ingresos.

Solamente 3 millones 651 mil mexiquenses son considerados población no pobre y no vulnerable.

En cuanto a los indicadores de carencia social, 2 millones 362 mil mexiquenses presentan rezago educativo; 2 millones 668 mil presentan carencia por acceso a los servicios de salud; 9 millones 535 mil presentan carencias por acceso a la seguridad social; 2 millones 173 mil por calidad y espacios en la vivienda; 2 millones 11 mil por acceso a los servicios básicos en la vivienda y 3 millones 572 mil presentan carencia por acceso a la alimentación.

Tales datos oficiales recabados por CONEVAL ciertamente revelan un paisaje abrumadoramente  desolador para la gran mayoría de la población del Estado de México, que indefectiblemente se ha visto agravado con los efectos de los recientes sismos, pero que de ninguna menara mejorarán simplemente con las necesarias tareas de reconstrucción inmediatas.

Se hace necesario que tras la superación de los negativos espasmos de los sismos y las tareas de reconstrucción, el sentimiento de solidaridad se prolongue y extienda hacia esas masas empobrecidas, no ya por la acción de la naturaleza convulsionada, sino por décadas de la inequitativa distribución de la riqueza que desde luego propicia y fomenta el sistema capitalista en general, pero también por la aplicación de políticas públicas y la actuación de gobiernos que se han mostrado, hasta ahora, incapaces de revertir tales asimetrías y desigualdad.

Es por ello que opino que si el gobierno de ALFREDO DEL MAZO MAZA quisiera pasar a la historia estatal como aportador real de soluciones que incidan en la disminución positiva de las condiciones de pobreza generalizada que caracterizan a la entidad que comienza a gobernar, tendría que pensar en diseñar un Plan Estatal de Gobierno que se definiera como efectivamente solidario con esa población depauperada y más allá de la conveniente fotografía que la ocasión de los sismos le proporcionan, asuma por convicción una actitud verdaderamente solidaria con la mayoría de los mexiquenses empobrecidos.

Para ello desde luego tendría que hacer a un lado los compromisos personales o familiares que lo llevaron al poder y olvidando su “estirpe” privilegiada y las presiones que los grupos también privilegiados le impongan o traten de imponer, recuerde que antes que su condición de “heredero” de una suerte de reino o condado, está el privilegio de haber nacido mexiquense y la solidaridad con sus iguales le es, naturalmente, obligada.

 

 

 

 

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