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PREOCUPA A PRIISTAS DESCRÉDITO DE PEÑA

*Preocupa a priistas descrédito de Peña
*Con el que concluye esta semana su mandato
*Que repercutirá en el Estado de México
*Si el gobernador Del Mazo no reacciona

Luis Alberto Rodríguez

Seguramente la clase política tradicional – llámese priísta-, del Estado de México, continuará preguntándose, aún después de concluir esta semana, la última del gobierno federal encabezado por el mexiquense ENRIQUE PEÑA NIETO, acerca de los porqués del ampuloso descrédito que ante la opinión pública del país acumuló el todavía Presidente de la República hasta el término de su mandato.

Mucha de esa animadversión, casi personal, de grandes estratos sociales en contra del régimen a punto de concluir su actuación y el Presidente priista, interpretan fue causa importante de la caída electoral reciente de esa formación política y desde luego del triunfo de su añoso adversario, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR y su partido MORENA en la elección del 1 de julio.

Más los priistas coinciden, sobre todo en el Estado de México, que la caída en la aceptación social de la figura de PEÑA NIETO, obedece en gran medida a severas ineficiencias en la política de comunicación social de su gobierno y en la alimentación persistente por parte de sus opositores de un creciente odio colectivo en contra de su partido y asimismo de su persona, al adjudicarles las causas de fenómenos negativos de corrupción e inseguridad, principalmente.

Interpretan que las percepciones negativas que en esos temas fueron acumulando los mexicanos y los datos que la misma realidad les aportara fueron incubando una severa inconformidad y la necesidad de un cambio social cuya posibilidad se abría ante las elecciones, sobre todo la presidencial, de este año, ante la cual la opción de LÓPEZ OBRADOR y su partido se perfiló como la más viable para avanzar en ese propósito y el resultado de las votaciones así lo confirma.

Aún los priistas no se explican, primeramente, cómo el equipo de comunicación de PEÑA NIETO no logró desde sus inicios dimensionar ante los mexicanos la trascendencia de las reformas estructurales que representaron la esencia de su propuesta como gobierno, logradas en consenso con las diversas fuerzas políticas a través del esquema llamado Pacto por México, que no lograron permear en la conciencia colectiva como las respuestas que por muchos años se habían pospuesto a los problemas ingentes del país.

Aunada a esa ineficiente comunicación gubernamental, se acumularon percepciones negativas de la actuación del Presidente en términos de aparente corrupción, que se iniciaron con el escándalo de la llamada Casa Blanca que todos recordamos y que tampoco ofreció una respuesta oficial contundente al respecto y que se estima fue el detonador del creciente descrédito de la persona del Presidente y de su gobierno, alimentado también con los casos de corrupción de algunos -los Duarte, por ejemplo- de los gobernadores que al inicio PEÑA había calificado como representantes de un hipotético “nuevo PRI” que nunca llegó a consolidarse.

Tampoco se explica como casos como los de la desaparición de estudiantes de Ayotzinapa, por ejemplo, cuyo origen no fuera desde luego su gobierno, finalmente la población terminó culpándole, casi exclusivamente, a pesar de que su gobierno llevó a la cárcel ya a más de un centenar de los verdaderos agresores, algunos de ellos, por cierto, identificados con esa izquierda que llegó a representar LÓPEZ OBRADOR en el Estado de Guerrero.

Se aducen esas y otras razones como las impulsoras del histórico descrédito que acumula el Presidente saliente PEÑA NIETO y su partido y hay visos de que se por lo pronto se intente siquiera una valoración ponderada de su administración, a pesar de los esfuerzos de difusión de algunos logros positivos que también cabría registrara la opinión pública del país.

Pero no, PEÑA NIETO y su partido, en esta coyuntura, permanecerán largamente en la opinión pública como los grandes enemigos del país a los que “las mayorías” sacaron triunfalmente de Los Pinos, para dar paso a una nueva etapa de transformación como la que ofrece el gobierno entrante que el próximo sábado asumirá el poder presidencial y hace ya estragos en los poderes legislativos.

Para los priistas mexiquenses, la tradicional clase política del Estado más importante y poblado del país, será difícil digerir que su figura emblemática que les representaba PEÑA NIETO retorne del mandato presidencial con los niveles de descrédito más negativos de la historia reciente del país para un régimen presidencial y todos consideran que con esa carga, la figura vigente que aún les representa el actual gobernador priista ALFREDO DEL MAZO MAZA deberá hacer esfuerzos extraordinarios, no solamente para contrarrestar esa negatividad, sino para consolidar con su gobierno una nueva alternativa para rescatar, e incluso hacer crecer, lo que queda de su partido.

Muchos opinan que ese reto del actual gobernador mexiquense no será superado con el fácil expediente de “rescatar” por sistema a notables ex colaboradores de PEÑA NIETO -como ya sucedió recientemente con el actual secretario de protección social LUIS FELIPE PUENTE- sino tratar de darle un nuevo rostro a la clase política local, con personalidades que no estuvieran tan identificadas con PEÑA NIETO y que dieran batalla frontal a las determinaciones no convenientes del régimen morenista entrante. Lo grave es que él mismo es peñista.

 

 

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