CECUT PRESENTA «LA VIDA ALEGRE»

Ciudad de México, 09 de febrero 2021.- En su novela La vida alegre, el escritor venezolano Daniel Centeno Maldonado aborda un popular género musical latinoamericano, el bolero, en torno al cual articula la historia que narra en sus páginas, según reveló el autor en una sesión a distancia transmitida por el Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.

Durante una sesión más del ciclo “Conversando con…”, que conduce el coordinador de Contenidos y Memoria del Cecut, Jaime Cháidez Bonilla, el público pudo tener una mirada panorámica de la reciente publicación de Centeno, quien actualmente radica en Houston, Texas.

Tras afirmar que la música de sus padres se insertó a temprana edad en su gusto musical, el autor confesó: “Cuando era adolescente me puse muy intransigente diciendo que mi música era el rock y mientras más pesado mejor; lo que escuchaban mis padres me parecía música de viejitos, pero con el tiempo uno entiende que no puede huir de su ADN y sus orígenes”.

Autor de los libros Postmodernidad en el cine, ganador del Premio Carlos Eduardo Frías en 1999, Periodismo a ras del boom (2007), Retratos hablados (2010) y Ogros ejemplares (2015), Centeno Maldonado reconoce ahora como parte de la banda sonora de su vida a José Alfredo, Agustín Lara, Toña la Negra, Pérez Prado “y a todo ese divino santoral invoqué para aparecer en La vida alegre”.

En este nuevo libro, el autor une a dos personajes disímbolos: una vieja gloria del bolero y un roquero frustrado, para plantear la radiografía de una amistad que es a la vez que un manual de supervivencia en clave narrativa, una historia que asienta la importancia de la música para paliar todos los naufragios de la vida misma.

Al hablar de sus personajes, el escritor venezolano aclaró: “Dalio es El Ruiseñor de las Américas y ha caído en desgracia; Poli es un muchacho que nunca tuvo una gloria y no la va a tener nunca, pero se juntan de una manera extraña como un Quijote y Sancho Panza caribeños de bajo presupuesto y empiezan apechugar con lo que les lanza la vida”.

Escritor, editor y director general de las revistas literarias Río Grande Review y Coroto, Centeno no tuvo temor en revelar que entiende el fracaso en carne propia, al igual que lo experimentan los personajes de su novela, y bromeó: “soy un músico fracasado, me veo como un bailarín de radio, porque nadie me va a ver, y también un cineasta fracasado”.

Aludió al premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez al hablar de su propia labor como escritor que profundiza en el arte musical: “él decía, si algo existe mejor que la música es hablar sobre ella, y yo diría que hay algo aún mejor, que es escribir sobre música”.

Centeno afirmó que como latinoamericano abrevó de fuentes muy diversas para escribir La vida alegre: “toda la música de La Sonora Matancera, Los Panchos, toda esa gente que es el rock de nuestro pueblo y Juan Gabriel, que es el David Bowie mexicano”.

Aún más, agregó, “México me dio una educación sentimental ineludible y en el libro aparece una cita de Agustín Lara que lo pone en evidencia: ‘Soy ridículamente cursi’”.

Centeno se ha desempeñado como profesor en universidades de Caracas, Ciudad Juárez y El Paso, y en la actualidad enseña cine y literatura en el Departamento de Lenguas Clásicas y Modernas de la Universidad de Houston, Texas.

Luego de reconocer como favoritos los libros de los mexicanos Jorge Ibargüengoitia, Juan José Arreola, Enrique Serna, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Rosario Castellanos, Amparo Dávila y Myriam Moscona, confesó: “Mi sueño imposible es publicar en México y ser parte de esa enorme familia de libros nacidos en ese país”.

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En su novela La vida alegre, el escritor venezolano Daniel Centeno Maldonado aborda un popular género musical latinoamericano, el bolero, en torno al cual articula la historia que narra en sus páginas, según reveló el autor en una sesión a distancia transmitida por el Centro Cultural Tijuana, organismo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.

Durante una sesión más del ciclo “Conversando con…”, que conduce el coordinador de Contenidos y Memoria del Cecut, Jaime Cháidez Bonilla, el público pudo tener una mirada panorámica de la reciente publicación de Centeno, quien actualmente radica en Houston, Texas.

Tras afirmar que la música de sus padres se insertó a temprana edad en su gusto musical, el autor confesó: “Cuando era adolescente me puse muy intransigente diciendo que mi música era el rock y mientras más pesado mejor; lo que escuchaban mis padres me parecía música de viejitos, pero con el tiempo uno entiende que no puede huir de su ADN y sus orígenes”.

Autor de los libros Postmodernidad en el cine, ganador del Premio Carlos Eduardo Frías en 1999, Periodismo a ras del boom (2007), Retratos hablados (2010) y Ogros ejemplares (2015), Centeno Maldonado reconoce ahora como parte de la banda sonora de su vida a José Alfredo, Agustín Lara, Toña la Negra, Pérez Prado “y a todo ese divino santoral invoqué para aparecer en La vida alegre”.

En este nuevo libro, el autor une a dos personajes disímbolos: una vieja gloria del bolero y un roquero frustrado, para plantear la radiografía de una amistad que es a la vez que un manual de supervivencia en clave narrativa, una historia que asienta la importancia de la música para paliar todos los naufragios de la vida misma.

Al hablar de sus personajes, el escritor venezolano aclaró: “Dalio es El Ruiseñor de las Américas y ha caído en desgracia; Poli es un muchacho que nunca tuvo una gloria y no la va a tener nunca, pero se juntan de una manera extraña como un Quijote y Sancho Panza caribeños de bajo presupuesto y empiezan apechugar con lo que les lanza la vida”.

Escritor, editor y director general de las revistas literarias Río Grande Review y Coroto, Centeno no tuvo temor en revelar que entiende el fracaso en carne propia, al igual que lo experimentan los personajes de su novela, y bromeó: “soy un músico fracasado, me veo como un bailarín de radio, porque nadie me va a ver, y también un cineasta fracasado”.

Aludió al premio Nobel colombiano Gabriel García Márquez al hablar de su propia labor como escritor que profundiza en el arte musical: “él decía, si algo existe mejor que la música es hablar sobre ella, y yo diría que hay algo aún mejor, que es escribir sobre música”.

Centeno afirmó que como latinoamericano abrevó de fuentes muy diversas para escribir La vida alegre: “toda la música de La Sonora Matancera, Los Panchos, toda esa gente que es el rock de nuestro pueblo y Juan Gabriel, que es el David Bowie mexicano”.

Aún más, agregó, “México me dio una educación sentimental ineludible y en el libro aparece una cita de Agustín Lara que lo pone en evidencia: ‘Soy ridículamente cursi’”.

Centeno se ha desempeñado como profesor en universidades de Caracas, Ciudad Juárez y El Paso, y en la actualidad enseña cine y literatura en el Departamento de Lenguas Clásicas y Modernas de la Universidad de Houston, Texas.

Luego de reconocer como favoritos los libros de los mexicanos Jorge Ibargüengoitia, Juan José Arreola, Enrique Serna, Elena Poniatowska, Margo Glantz, Rosario Castellanos, Amparo Dávila y Myriam Moscona, confesó: “Mi sueño imposible es publicar en México y ser parte de esa enorme familia de libros nacidos en ese país”.

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