Durante generaciones, el pueblo de Tultepec, en el Estado de México, se ha dedicado a la venta y elaboración de pirotecnia.
Las familias cuentan con su propio polvorín, dónde maquilan los cuetes para la temporada.
Cada taller procura estar lo más alejado posible del poblado, debido al riesgo de trabajar con pólvora.
«A la lumbre no se le tiene miedo, se le tiene respeto», aseguran. Sin embargo, no han estado exentos de tragedias con víctimas mortales, debido a lo delicado de los materiales que manejan.
Durante todo el año, los polvorines trabajan arduamente para tener listo su producto en diciembre, el principal mes de venta de pirotecnia.
Cada trabajador lleva sobre sus hombros generaciones de experiencia y trabajo duro, con fórmulas que para ellos representan memoria de aquellos que han experimentado, se han equivocado y también han acertado.
Para los habitantes de Tultepec elaborar pirotecnia es más que un oficio, es dejar en cada producto pequeñas partes de su historia.
Fotografía y texto: Jorge Carrasco
